CARTA DE ROMA
Te escribo, amor, desde la primavera.
Crucé la mar para poder decirte que, bajo el cielo de la tarde, Roma tiene otro cielo de golondrinas, y entre los dos un ángel de oro pasa danzando.
La cascada de piedra que desciende por Trinitá dei Monti hasta la plaza, se detuvo de pronto y ahora suben azaleas rosadas por su cuerpo.
Los árboles repiten siete veces la música del viento en las colinas, y el húmedo llamado de las fuentes guía mis pasos.
Más bella que en el aire una rota columna hallé en el césped, caída en el abrazo de una rosa.
Cuando fluye la luz, cuando se para el tiempo, asomada a los puentes Roma busca su imagen sobre el Tevere, y en vez del nombre suyo ve que tiembla tu nombre, amor, en el rodante espejo.
Meira Delmar |