Quizá ya he dado cuanto en mi pecho había; pues, busco en mi interior, y nada encuentro de aquellas ansias mías.
¡Estoy vacío por dentro!
Sólo me queda la tristeza que sale de estos versos, jugando a ser poeta.
Me duele en el alma la codicia del mundo, y el corazón me parte su injusticia.
Me ahogo en este pozo de amargura infinita, y tanta soledad; en compañía, donde también naufraga la belleza, que en vano busqué un día.
Recaredo
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