Atravesando desiertos y montañas,
lejos en el País del Dolor,
durante
mañanas, días y noches,
o acaso durante meses y años;
con el corazón
palpitando desgarrado,
el cuerpo sediento y abrumado,
ciertamente llegarás
hasta tu destino,
en La Fuente de las Lágrimas.
Solemne y pacífico es aquel lugar,
sólo para el llanto lastimoso y el
suspirar,
para los que en vida o muerte arriban,
junto con sus miedos y
fantasías.
Sombríos cipreses adornan el lugar,
con máscaras que velan
todos los rostros,
y de aquellas brumosas penumbras
brota cálida y
hermosa, La Fuente de las Lágrimas.
Así flota y flota, en una
danza
tan gentil como encantadora,
susurrando apenas su melodía
armoniosa;
para aquel que debió sufrir y oír
(como tú, seguramente) en
pesaroso silencio.
Arrodíllate allí y conoce a tu corazón roto,
y derrama
la emoción tanto tiempo contenida,
allí, en La Fuente de las Lágrimas.
Porque crece y crece, como si al rozar
sus celestiales alturas uno
pensase
si alguna de sus melodías pueden hundirse
en los oídos con más
ternura.
Sí, venerable y bendita parece la Fuente
alcanzada tras el
desierto y la montaña.
Allí caerás al fin en un profundo llanto,
y lavarás
con lágrimas la tristeza de tu rostro.
¡Entonces el asombro! Mientras yaces allí por un tiempo,
y te debates
entre la vida y la muerte,
abandonando la tierra que intentabas
alcanzar
con tus miedos y esperanza,
el mundo se alzará y descenderá sobre
tí.
Hombres fuertes no permanecerán para cuidarte,
ni se preguntarán
porqué razón
tu camino es más duro que el de ellos.
Y mientras allí descansas, tus mejillas
no rechazarán las húmedas
hojas,
ni te importará secar tus cabellos mojados,
o contemplar cómo el
frío mundo amanece.
Tal vez, en aquel silencio que te rodea,
sientas que
toda la Angustia finalmente te ha alcanzado.
Sí, hasta las nubes que sobre tí
se pasean
quizás ayuden a vaciar tu alma de toda Pena.
Entonces puedes sentir, cuando una perdida hoja acaricie
tu rostro, que se
trata de un beso que alguien ha enviado,
o soñar al menos que en algún sitio
eres extrañado,
y que ese anhelo hasta tí llega, si eso te alegra.
O la
humilde canción de un pájaro, desmayado y roto,
pueda pasar por una sensible
palabra hablada,
mientras a tu alrededor se precipita
aquella Fuente que
ahoga la vida en Lágrimas.
Y el llanto fluirá, cada vez más rápido,
confundiendo y derribando toda
resistencia,
rodando abajo hasta que toda la desolación pasada,
bajo el
peso de los años quede sepultada;
hasta que cubra cada hebra de tu
desdicha,
y te dejen sin historia y sin mañana.
¿Pues quién entre los
mortales puede someter
a la gran Fuente de las Lágrimas?
Pero la Angustia y las Lágrimas se encuentran y juntan,
y el sonido que
emiten crece como el trueno.
¿En qué oscuro abismo, me pregunto,
descansa
la pena de todos nuestros años?
Pues sólo la Eternidad parece llevar
la
cuenta del gran Lamento humano.
Tal vez Dios, el Hacedor y Padre,
haya
creado un sitio para nuestras perdidas lágrimas.
Arthur William Edgar O’Shaughnessy