EL BUENO, EL GENEROSO Y EL SABIO.
En una jnaqa, un maestro sufí
les explicaba a los discípulos y amigos allí reunidos,
durante un sohbet: - Un hombre bueno es aquel
que trata a los demás como a él le gustaría ser tratado.
Un hombre generoso, por su parte,
es aquel que trata a otros mejor de lo que él esperaría ser tratado.
Pero, un hombre sabio es quien sabe
de qué manera él mismo y los otros deberían ser tratados;
de qué manera e incluso hasta qué punto.
Alguien entre los presentes (dado a juzgar y clasificar, a lo visto), preguntó:
- Pero, maestro, ¿qué es mejor: ser bueno, generoso o sabio?
El maestro, sin apenas pestañear, contestó:
Si eres sabio, no tienes que estar obsesionado todo el día
con ser bueno o generoso. Sólo estás obligado a hacer
en cada momento lo que es necesario.
No es la mano la que es generosa, sino el ojo, la vista.
Lo único que importa en el camino interior es ver, para discernir;
y el sabio es el que ve. Quien ve, el sabio, el hombre de conocimiento,
actúa más allá de cualquier juicio.
Hace en todo momento lo que tiene que hacer,
lo que hay que hacer.