En el principio era el Verbo. Estas palabras del evangelio de San Juan continúan con una tradición culturarl de muchos pueblos, que establecen una relación entre la creación y la palabra. Los habitantes del norte de la europa medieval no eran la excepción, y en sus leyendas se evidencia la importancia de la palabra en sus costumbres y su religión.
Odín, el padre de los dioses, es también el dios de la sabiduría. Siempre estaba en busca del conocimiento. Un día montó en Sleipnir, su caballo de ocho patas y veloz como el viento, e inició un viaje que lo llevó hasta el fresno Ygdrasil, el Árbol del Mundo. Entre sus raíces encontró a las Nornas Urd, Verdande y Skuld, que regaban las raíces del Árbol con el agua de la fuente de Urdar. Las Nornas tejen los destinos de todos los seres, y con ellas Odín aprendió muchos secretos del pasado, del presente y del futuro.
Sin embargo, el dios no quedó satisfecho y deseaba saber más sobre los mundos, y las Nornas le mostraron el camino para llegar a la fuente del gigante Mimir, cuyas aguas otorgan sabiduría a quien las beba. Odín cabalgó hasta la fuente de Mimir, pero el gigante no entrega el agua de la sabiduría con facilidad. Para poder beber de la fuente, Odín entregó su ojo izquierdo a Mimir. El gigante aceptó entonces darle a beber a Odín de su fuente, mostrándole los misterios del Mundo.
Pero Odín no había terminado su viaje en busca de sabiduría. Al cabalgar a través de un desierto ardiente llegó hasta un árbol seco que se apoyaba sobre una roca. Este árbol también era Ygdrasil, representado como el Árbol del Sacrificio. De pronto su manto quedó enredado entre las ramas muertas, y Odín quedó colgado entre el cielo y la tierra. Intentó en vano liberarse a sí mismo. Su caballo daba vueltas alrededor de él, y sus cuervos Hugin y Munin -el pensamiento y al memoria- volaban a su alrededor.
Nueve noches con sus días estuvo Odín atrapado en el árbol en medio del desierto, sin comida ni bebida, esforzándose por comprender el universo. De esta manera, tal y como se narra en la Vieja Edda, Odín se sacrificó a Odín, a sí mismo, y con este sacrificio alcanzó el conocimiento. Su mente se volvió más clara y sus pensamientos más luminosos. Así fue como llegó a tener la visión de los símbolos que gobernaban al mundo, que eran en sí mismos el mundo.
Con un esfuerzo supremo alcanzó su espada y logró marcar los símbolos en el tronco del árbol. Con este conocimiento logró liberarse del árbol y cayó en la tierra. Llamó a los símbolos runas, palabra que significa secretos, lo que se dice en susurros. Se levantó, montó en Sleipnir y regresó a su palacio, el Valhalla.
Las Runas de Odín fueron escritas en los flancos de su caballo, en la punta de su lanza, en las uñas de las Nornas, en el extremo de Bifrost, que es el puente de Arco Iris que une el mundo de los hombres con el de los dioses. También se grabaron en las garras de los osos y de los lobos, en los picos de los búhos y de las águilas, en la lengua de Brage, el dios de la poesía, sobre el oro y el vidrio, sobre la piedra, sobre el vino y la hierba. Lo que se escribió fue borrado con hidromiel sagrado para ocultarlo, y se envió a todo el mundo. Por eso todas las cosas tienen sobre sí, invisibles, las runas de Odín, que no pueden ser vistas más que cuando el dios revela sus secretos.
Porque las runas de Odín representan la existencia, y como su dueño, él puede controlar con ellas el mar, el viento, el fuego, el espíritu del hombre, el odio y el amor. Solamente los que estudian elmundo bajo la inspiración de Odín puede descubrir las Runas en el mundo, y de esta forma obtener parte del conocimiento de los dioses.