Para qué el mar? Para qué el sol? Para qué el cielo? Estoy de viaje hoy día en viaje de retorno hacia aquella palabra sin orillas que es el mar de mi misma y de tu olvido. Después de que te he dado mar y cielo me quedo con la tierra de mi vida que es dulce como arcilla mojada en sangre y leche. Ahora me sobra todo lo que tuve porque soy como acuario y como roca. Por mi sangre navegan peces ágiles y en mi cuerpo se enredan las raíces de unas plantas violetas y amarillas. Tengo en la espalda herida cicatrices de alas inservibles, y un poquito en mis ojos todavía hay humedad inútil de recuerdos. Pero, que importa todo esto ahora? cuanto estiro los brazos y no hay nada que no sea yo misma repetida. Acaso no soy mar y no soy roca? Misterios de colores en mi vida suben y bajan en mareas altas y extraños animales y demonios se fingen ángeles y helechos en mis grutas. Están además el mar, el sol, la tierra. Ahora que he vuelto de un amor inmenso, tengo ya en la palabra sin orillas lo que pudo caber entre sus manos.