Parece que nos “creímos la historia” de que “ganaras el pan con el sudor de tu frente”. Esto parece bueno para un personal trainer o un profesor de gimnasia cuyo trabajo es transpirar la camiseta. Mas, con quien cumple su tarea y pone de si lo mejor (incluídos los profesores de gimnasia), ¿no puede tener espacios no tradicionales de descanso? ¿sólo podemos faltar cuando estamos penando por una dolencia? ¿sólo podemos estar con nuestras familias o seres queridos los fines de semana? ¿necesitamos mentir para disfrutar cualquier día normal y corriente? ¿no es hora de reescribir la historia que nos contaron? Y aquí siento que hay pájaros perdidos que debemos recuperar.

Cuenta la leyenda que Adan y Eva fueron echados del paraíso cuando comieron del árbol del bien y del mal, o sea, cuando comenzaron a distinguir, a clasificar, a adjetivar.
Y así nuestra vida se transformó en blancos y negros, pobres y ricos, inteligentes y lelos, que en bandos antagónicos, disputan tener la absoluta razón. Y cuando estamos en pelea, nuestra energía se dispara al deseo “de ganar”, no “de comprender”. Y allí comienzan los argumentos, las razones, las guerras justas en “contra de”. Toda la energía que sería apropiada volcar a nuestro entendimiento, crecimiento, bienestar, se dilapida en esgrimas estériles, donde cada bando cree tener razón y ninguno de los dos son felices ni disfrutan, porque su conflicto gasta el combustible energético de un modo improductivo.

Generalmente disfrutamos cuando tenemos el sentimiento de MERECIMIENTO.
Y ¿cuándo sentimos que merecemos? Cuando me siento VALIOSA/O, COMPLETA/O e INTEGRADA/O a un todo mayor. Y si reconozco “quien en verdad soy”, con mi originalidad y mis potencialidades, me penetrará la inefable sensación de unidad y plenitud.

Mas, es oportuno recordar que nuestra cultura occidental está invadida de mandatos desempoderantes que, si no detectamos, pueden programarnos la vida en contra de lo que realmente deseamos. Y además tiene cuatro características marcadas, que podríamos denominarlas “anti-merecimiento” y “anti-disfrute”:

El DISFRUTE es una dimensión activa, dinámica, vital que nos envuelve. El deleite, el regocijo, el contento, el divertimento son importantes partes integrantes de nuestra mismidad.

La rueda de la vida nos lleva de fase en fase comprendiendo toda la gama de sentimientos, emociones y sensaciones que nos distinguen como humanos. Comprendiendo esto, nos tranquilizaremos tanto si la rueda está arriba o abajo, porque sabremos a ciencia cierta que ninguna de las dos es definitiva. El disfrute está directamente relacionado a la falta de expectativas de un resultado fijo. Si no esperamos nada, sólo damos intento por lo que deseamos, mas si el resultado es otro, lo aceptamos igual, no vamos a sentir decepción.

Encorsetar “EL DISFRUTE” a una meta determinada (descansaré cuando me jubile, cuando mis hijos sean mayores, cuando me reciba, cuando adelgace, cuando…..) es como ponerle “puertas” a un campo.

Si salimos del paraíso cuando comenzamos a clasificar, conceptuar y adjetivar en bueno y malo. ¿Qué pasaría si evitáramos juzgar? ¿Volveríamos al paraíso que quizás se encuentra a la vuelta de la esquina?

Es bueno recordar que cada uno proviene de una familia que tiene un orden, un modo de merecer y de disfrutar, recordando que hay familias para quienes “el merecimiento” directamente no existe. De niños somos leales a estas “leyes no escritas” que circulan en nuestro ámbito de crianza. Hoy somos adultos ¿revisamos estas leyes para saber si seguimos acordando con ellas? ¿o las sostenemos sólo por inercia?

Es hora de colmarnos con la energía del merecimiento, dejarla expandirse por nuestro cuerpo. Con reflexión interior superar los desafíos de los quizás muchos: NO SERVIS, NO VALES, NO PODES, NO MERECES. Re-capturemos la alegría de ese niño/a que éramos, que tan pronto lloraba, como reía según las cosas que le acontecían en el momento y se sentía UNO CON TODO.

Y agradeciendo a los que nos facilitaron el camino y a los que no pudieron hacerlo, porque nos permitieron buscar nuestros mejores potenciales para pararnos en el mundo, decir con fuerza, ímpetu y corazón:

YO SOY MERECEDOR DE TODO LO QUE HAY EN EL UNIVERSO
Y POR ELLO DOY INTENTO DE DISFRUTARLO.

Lic. Rosi Germán 

http://www.elsenderodelmedio.com.ar

• Es culpogénica, todo nos genera culpa. Es por ello que muchas veces decimos SI y es NO, y decimos NO en lugar de SI. Incluso el hábito de la culpa es tan grande que cuando comenzamos a ser asertivos y decimos NO cuando lo sentimos, seguimos sintiéndonos culpables.
• Nos atemoriza por cualquier cuestión. Más veces de la que deseamos nos sentimos cuestionados, acorralados, hostigados, agobiados, rechazados, despojados, ignorados, decepcionados.
• Toma en cuenta la dualidad, la polaridad, los contrastes, pero se queda con un solo polo de esos pares antitéticos. Al usar este mecanismo, todo lo que es distinto a nosotros es amenazante. Y es entonces cuando empezamos a medir, evaluar, interpretar, analizar y ésta es la “via regia” para irnos del presente.
• Por el modo imperante de vida, tenemos una Agenda cargada y vamos por ella “a mil”. ¿Cuántas veces llegamos a esa reunión tan ansiada y “estamos tan cansada/os” que nos desplomamos en un sillón sin poder disfrutar de la misma?