El mundo que yo no viva, lo pensé como cosa extraña, con marca de maravilla, ¡ay!, de mi vida.
Allí sonará la lluvia, junto al fuego en las noches frías, vendrá agosto en el río Arga y tú, la gentil sonrisa. Brillará en el papel que siembro, la negra flor de la tinta, ¡ay!, de mi vida.
Será posible, que vengan, los amigos y que la digan, era un hombre y te quiso mucho, y mucho llorando diga Es el mundo que no conozco, atlántida sumergida, ¡ay!, de mi vida.
Allí las palmeras se echan, esmeraldas allí las crían, del delfín esmeraldas pacen, allí no hay noche ni día. Cuando ordeñan a los rebaños, de púrpura el mar se abría, ¡ay!, de mi vida.
Más limpio que agua de oro, es el mundo que yo no viva, no hay naves de arar espumas, ni arado para las viñas. El gran árbol le da su fruto, a aquel hombre del fruto diga, ¡ay!, de mi vida.
Ese mundo no es el mío, es el tuyo, el que tus pupilas, hundido está desde siempre y no lo alcanza mi vista, a ese mundo quisiera entrar, antes que suene la hora, ¡ay!, de mi vida.
¡Ay!, de mi vida. ¡ay!, de mi vida, ¡ay, de mi vida.
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