En Busca De La Felicidad
Por altos robledos y hiedrosas vides perseguí a la Felicidad con ansia de hacerla mía.
Pero la Felicidad huyó, y corrí tras ella por cuestas y cañadas, por campos y praderas, por valles y torrentes hasta escalar las ingentes cumbres donde chilla el águila. Crucé veloz tierras y mares; pero siempre la Felicidad esquivó mis pasos.
Desfallecido y agotado, desistí de perseguirla y me detuve a descansar en desierta playa.
Un pobre me pidió de comer y otro limosna. Puse el pan y la moneda en sus huesudas palmas.
Otro vino en demanda de simpatía y otro en súplica de consuelo. Compartí con cada menesteroso lo que de mejor tenía.
Entonces he aquí que, en forma divina, se me aparece la dulce Felicidad y suavemente musita a mi oído, diciendo: “Soy tuya”.
La Felicidad es el destino del hombre. Todos apetecemos durables goces y placeres.
Si nos preguntaran cuáles son nuestros tres más ardientes anhelos, la mayoría responderíamos: salud, riqueza y felicidad; pero si la pregunta se contrajese al supremo anhelo, la mayor parte lo cifrarían en la felicidad.
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