Si acaso piensas en mí,
te cantaré cuando el anochecer lluvioso suelta sus sombras por el río,
arrastrando, lento, su luz vaga hacia el ocaso;
cuando lo que queda del día es ya demasiado poco para trabajar o jugar.
Te sentarás sola en el balcón que da al Sur, y yo me pondré a cantarte en el cuarto oscuro.
El olor de las hojas mojadas entrará por la ventana,
en el crepúsculo creciente, y los vientos tormentosos
clamorearán en los cocoteros.
Traerán la lámpara encendida al cuarto, y entonces me iré yo.
Y tú, quizá, entonces, escucharás la noche,
y oirás mi canción cuando esté yo callado.
Rabindranath Tagore