Iré con cuidado hasta tus pies, lánguido y oscuro, subiré hacia tus pilares, de un marfil casi transparente, y entrelazado entre caricias, seguiré sosegado, por el rastreo amargo de un camino escabroso, y estimulado por el letargo ensueño de tus pecados, me sacaré la rabia de no poder amarte, con el sol profundo, y embriagado por tu lujuria descarada, llorará mi alma, equilibrando mis ansias.
Subiré hasta tu cumbre y allí me serviré de tu inmundicia, y cautivado por tu fiebre, me hundiré con despecho, hasta morir en lo más profundo y más puro de la vida. Te amaré con toda la furia de los tiempos y en el remolino de los cielos, los ángeles cerrarán sus ojos, y en el oscuro suplicio de mi dolor sabrás que te amé. Y sólo tu cuerpo lleno de huellas grabadas por el deseo, me dejarán solo por esta noche morir en él.