Esa voz que reparte "Jesus, María y José" a toda hora y en todas las direcciones, no perdona un "cito mi muchacho, como estará pasando de bueno en Cartagena".
Esa voz que llora en cada bienvenida y anega aeropuertos en cada despedida, es la voz más tonante, pero más dulce del universo.
Esa figurita menuda, cansada de cargar años, echar bendiciones, no escatima comida, cantaleta, ni consejos, es capaz de enfrentar el mundo por su muchacho, conmover jueces y derrumbar ceñudos fiscales con la potencia hidrica de sus lágrimas.
No le importa el frío si puede dar calor. Llena su hambre viendo comer, descansa arrullando, hace suya la derrota, disfruta a escondidas y sin alarde la victoria, pone el pecho sin importarle las balas y se asoma por entre las horas esperando a quien no va a llegar con resignación, sin acusar al tiempo.
Es la madre... que no tiene envidia, no es jactanciosa, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad, todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta... es el amor que nunca deja de ser... es el amor de madre, es decir... es el amor de Dios... "