No concibo el dolor, no tengo amarguras, sonrío cada día construyendo utopías, sembraste en mi alma la semilla del amor, ternura sublime que invalida el dolor.
Tu recuerdo me ofrece salud y consuelo, memoria que vence la cruel inclemencia, impulso magnánimo luminaria encendida, origen y amparo en la lucha por la vida.
Quizás no me entiendas, pero así yo te amo, con el alma segura; de mi sentimiento, con cada momento que me dejo tu amor, promesa que hicimos ante el altar de Dios.
Eres mi pasado, mi presente y mi futuro, recorres día a día por la sangre de mis venas, fruto que emana en dulzura de poemas, amor indeleble en el que yo vivo y muero.
Por eso hoy sonrío sin tristeza ni nostalgia, abrigada cada día en la evocación de tus labios, rescatando del invierno, las flores de primavera, porque aun yo te llevo, atrapado en mis brazos.