AL FINAL DE LA TARDE...
Al final de la tarde las últimas estelas se detienen en la pared de cal, accidentes, cenizas. En los ojos entonces los paisajes suenan como lacados y hasta parecen lágrimas, tan suavemente llegan.
Hablo de mí porque temo a la muerte desnuda de las cosas y que la muerte venga a esta azotea a quedarse en la calma y el silencioso valle.
Como en su vaso el té moruno y verde o el viejo libro que abierto está a su lado han conseguido ser dueños de su quietud, y en su quietud igualarse a los astros que van en vastas órbitas,
como ese viejo libro y ese vaso de té, recuerda este lugar y este momento.
Un día llegará en que te preguntes ¿de ti, de mí, qué fue de todo aquello?, y de los ojos ya no vendrán palabras.
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