A PERDONA
Perdona si algún día invado tu presencia y quedo clausurada sobre tus dos rodillas.
Perdona si declaro tu destierro de aljibe, si me bebo la luna que duerme en tus ojeras, si entretengo tus horas de soñador furtivo y me pongo pesada al contarte mis cuentos.
Perdona si soy alta, mimosa, insumergible. Si me duelen las cosas que dices a diario, si no te miro a veces cuando vas a buscarme o mis ojos se cuelan por tus vértices negros.
Perdona si comparto contigo mis asombros y habitamos felices en un mismo planeta del cual sólo se saben tus pasos y los míos.
Perdona si algún día persigo tus cometas por el sol y las tapias de recoletos sur.
Perdona si estoy triste y me atrevo a pedirte las señas de tu cuerpo precisamente hoy, unas horas más tarde de acabar el invierno.
Cecilia Liebbe Davila
|