"Papá, tengo que echarte una cosa en cara: ¡le has dicho a los periódicos que si el oso polar llevara gafas me hubiera atacado a mi primero porque soy el que está más rellenito en el grupo! Todas las enfermeras del hospital se están riendo". En cuanto Terry Flinders oyó a su hijo decirle estas palabras, se sintió aliviado. Sabía que todo iba bien.
Es una muestra de cómo se está viviendo desde casa la pericia del grupo de aventureros adolescentes en el que estaba Patrick Flinders, de 16 años. El viernes estuvieron a punto de perder la vida cuando un oso polar de 250 kilos entró mientras dormían en su tienda de campaña situada en un glaciar de Noruega. Al día siguiente, la prensa daba datos estremecedores: el oso había matado a uno de los chicos, de 17 años, y había herido de gravedad a otros cuatro. Hoy se sabe que, si están vivos para contarlo -o para reñir a sus padres por lo que dicen en los periódicos, como en el caso de Patrick-, es gracias a su propio valor e ingen
Los supervivientes cuentan cómo habían visto al oso herir de muerte a su compañero Horatio Chapple. Instantes después, sabían que les tocaba a ellos. De un zarpazo, el animal cortó la oreja de Patrick y le hirió en el brazo. Luego, cogió la cabeza del chaval por la boca y empezó a moderla. A pesar de ello, el adolescente tuvo el valor de golpearle en la nariz y salvar así su vida. El mamífero se dirigió entonces a los dos líderes de la expedición: Michael Reid, de 29 años, y Andy Ruck, de 27. A esas alturas, los dos veteranos aventureros ya habían reaccionado y se habían hecho con armas. Andy Ruck intentó matar al oso pero éste le golpeó antes. Tuvo que ser Reid quien empuñara el rifle y pusiera fin al ataque.
"Todo el mundo nos dice que Michael es un héroe", afirmó su padre, Peter, desde su casa en Plymouth el sábado. "Nos resulta muy conmovedor. Pero realmente, lo que más nos alegra es tener un hijo que está vivo y bajo buenos cuidados médicos en Noruega. Hay una familia en Wiltshire que ha perdido a su hijo. Su dolor debe ser inimaginable".
La familia del fallecido, los Chipple, ha mostrado un coraje similar al de los jóvenes en Noruega al hablar públicamente de la pérdida del chico, un estudiante de la prestigiosa escuela Eton. "Estaba en los albores de la madurez y tenía muy claro adónde iba su vida: quería ser médico. Tenía un sentido del humor increíble y sabía reírse de sí mismo".
Casi todo el grupo vuelve hoy a Inglaterra. Muchos de ellos tendrán que ir directamente al hospital: Patrick ha tenido que ser operado para retirarle todos los fragmentos de cráneo que se le han clavado tras la mordedura del oso. Michael Spike y Andy Ruck tendrán que quedarse en Noruega hasta que lo decidan los médicos.
En cuanto Patrick salga del hospital, le espera una gran recepción. "Estaba en un restaurante hace poco y un grupo de gente que estaba hablando de mi hijo se me acercó", recuerda su padre. "Me dijeron, ¿Eres el padre de Patrick? Menudo héroe".