Fácil, sencillo, sin apenas esfuerzo físico y bueno para el corazón. Nada mejor que andar para hacer ejercicio y disfrutar de la naturaleza recorriendo un sinfín de caminos por los diferentes parajes de Castilla y León. Tan sólo hace falta ropa cómoda, unas zapatillas y una gorra para emprender la marcha y aventurarse, por ejemplo, en lugares tan recónditos como el Lago Ausente de León o la senda de la garganta de Bohoyo, Ávila.
Ambas provincias guardan un gran tesoro en forma de patrimonio medio ambiental. En el primer caso se trata de una formación lacustre de origen glaciar que ocupa un circo excavado por el hielo en las laderas del Pico Ausente y la Peña de Requejines, un lugar protegido con una vegetación sumamente frágil, como puede observarse a lo largo del recorrido desde «El praíco», una marcha que cuenta con algún que otro tramo duro, sobre todo a la hora de cruzar arroyos, turberas y subir por las laderas del Pico Ausente hasta la Peña de Requejines.
A pie o a caballo, la senda de la garganta de Bohoyo, en la provincia de Ávila, debe ser otro de los recorridos imprescindibles en la Comunidad para admirar la naturaleza, en este caso la que guarda la Sierra de Gredos. Se trata de un camino cargado de historia que recorre una de las gargantas norteñas más hermosas y va remontando el valle modelado por una antigua lengua glaciar, hasta su nacimiento en el Collado de Belesar, siempre paralelo al cauce del río.
Aunque tanto la ruta leonesa como la abulense tienen un cierto grado de dificultad, en Castilla y León se pueden encontrar también otros senderos ideales para los más inexpertos tan sorprendentes como el que parte de la Fuente de Santiago en Burgos y llega hasta el Mirador Salto del Nervión. La ruta discurre por una pista forestal y termina en el balcón del Salto del Nervión, que tiene casi 300 metros de altura.
Éstas y otras muchas rutas están recogidas por la Fundación Patrimonio Natural, que además cuenta con el programa «Grandes Senderos», una completa red de caminos por las nueve provincias de la Comunidad que permiten un contacto con la naturaleza más intenso y con más información. Sea cual sea la experiencia de los senderistas, según este programa, cualquiera puede recorrer los 21 espacios naturales protegidos de la Comunidad y extendidos a lo largo de más de 1.300 kilómetros en forma de cumbres, llanuras, bosques y cañones fluviales. Además, los andarines llevarán consigo un «Cuaderno del viajero», que adquieren al inicio del recorrido en las Casas del Parque. En este libreto recogerán los sellos de las distintas etapas y, al acabar, serán recompensados por la Fundación con regalos y ventajas en función del número de senderos recorridos.
En familia
Otro incentivo del senderismo es que puede disfrutarse en familia. Es el caso de la «Senda del oso», en la Montaña Palentina, el lugar ideal para conocer el territorio que pisan estos mamíferos a través de las rutas por Cervera, Arbejal y Peña del Oso. La ruta cicloturista por la senda del Duero o la del Águeda, entre Salamanca y Zamora, son también divertidas formas de recorrer el Parque Natural de las Arribes del Duero y sus alrededores, llenos de cañones y barrancos fluviales. Y para los que son más sedentarios, nada mejor que un paseo en barco entre la Presa de Miranda Do Douro y el Valle del Águila, con fauna como el buitre leonés o el águila real.