El lente del ojo humano, llamado el cristalino, enfoca la luz para que podamos ver los objetos claramente a varias distancias. El cristalino debe permanecer transparente para que la visión sea clara. Cuando el cristalino deja de ser transparente y se opacifica, estamos en presencia de una Catarata. Esta opacificación distorsiona la luz que penetra al globo ocular, por esta razón la persona que padece de Cataratas experimentará una visión borrosa, como la que tendría a través de una neblina.
Las cataratas son la principal causa de ceguera, y afecta aproximadamente a casi 20 millones de personas a nivel mundial. A pesar de estos números, la enfermedad es actualmente uno de los desórdenes menos grave del ojo. La cirugía puede restaurar la vista perdida en la mayoría de los casos.
Las cataratas son el resultado de cambios en la estructura química de las proteínas en las células del cristalino. La proteína normalmente clara, se torna turbia, principalmente como resultado del envejecimiento.
Aproximadamente el 75 por ciento de las cataratas se producen a causa de este envejecimiento natural. Las cataratas seniles, como se les conoce, son muy frecuente en personas mayores de 70 años.
Una variedad de condiciones ordinarias puede contribuir a las cataratas seniles. Un factor importante es la exposición a la luz del sol, particularmente a los rayos ultravioleta B (UVB) radiación que reacciona con la proteína. Otros factores de riesgo, según algunos especialistas, son el humo del cigarrillo, la contaminación atmosférica, la avitaminosis, y el consumo del alcohol en exceso.
El tipo más común de catarata senil, es conocido como esclerosis nuclear, en la cual, la catarata se desarrolla en el núcleo (el centro) de la lente. Durante las fases tempranas de la formación de la catarata, el cristalino se “infla” ligeramente, aumentando su diámetro anteroposterior, por lo que también aumenta su poder de convergencia y mejora la visión cercana; a tal una magnitud que algunas personas encuentran que ellos pueden leer de repente sin los lentes. Pero esta mejoría es transitoria, y en la medida que el proceso continua, la visión se deteriora.
Las cataratas también pueden desarrollar como un efecto secundario de otras enfermedades del ojo como el glaucoma o de enfermedades sistémicas como la diabetes mellitus. Otras causas incluyen la lesión física a la lente, las cantidades grandes de radiación, irritación química y toxicidad por drogas, además de los desórdenes hereditarios.
El Oftalmólogo posee las técnicas y equipos necesarios para determinar la presencia o no de cataratas, su tipo, extensión y tratamiento.
En la actualidad el único tratamiento correctivo para una catarata desarrollada es la cirugía. Sin embargo, las terapias convencionales y alternativas están buscando maneras de prevenir la formación de catarata.
La cirugía de la catarata es uno de los procedimientos quirúrgicos más exitosos. Tan sólo en Estados Unidos se realizan más de 500.000 intervenciones de este tipo al año, y el resultado de éxito, reportado como recuperación de la visión, es del 95%. El procedimiento, en la mayoría de los casos se realiza bajo anestesia local y de manera ambulatoria. Existen incluso técnicas para producir apenas una pequeña incisión hecha al borde exterior de la córnea, con una aguja ultrasónica, esta en ocasiones hace innecesarias las suturas.
En ocasiones y dependiendo de cada caso, el curso de la intervención se realiza la implantación de una lente del reemplazo plástica y clara. (Lo que se conoce como “lente intraocular“). Cuando esto no se realiza, la persona deberá entonces utilizar lentes con una corrección que permitan realizar las funciones del cristalino. Todo esto dependerá del tipo y extensión de las cataratas.
Lo más importante podemos hacer para prevenir el desarrollo de la catarata es evitar la radiación solar, utilizando lentes para el sol, que nos protejan de las radiaciones UVB. Tomando en cuenta de que: si no tenemos esta protección, el uso de cualquier tipo de lentes oscuros resulta contraproducente, ya que al sólo producir “oscuridad” la pupila se dilatará permitiendo el paso de mayor cantidad de rayos UVB que el lente en cuestión no puede filtrar.
Algunos oftalmólogos consideran que los radicales libres pueden dañar la proteína del cristalino, por esta razón recomiendan el consumo de sustancias antioxidantes que reduzcan la presencia de estos radicales libres, que aporten factores regenerativos y otros elementos protectores contra el envejecimiento ocular. En esto coinciden los médicos naturistas, quienes recomiendan dietas a base de hortalizas y frutas que contengan sustancias antioxidantes como el betacaroteno, la vitamina A, selenio, las vitaminas C y E, frutas cítricas, espinacas, batatas, zanahorias, y brócoli.