Eres feliz cuando descubres el encanto de las cosas sencillas. En ellas luce la verdadera grandeza. Eres feliz cuando disfrutas el ahora intensamente, no te ofuscas por el pasado ni te angustias por el porvenir.
Eres dichoso cuando eres misericordioso, pacífico, limpio de corazón. Cuando te esfuerzas por ser humilde, amigo de Dios y hermano de los hombres. Cuando dedicas tu vida a regalar momentos gratos.
El hombre para ser feliz no necesita riquezas ni dignidades.
La felicidad la llevas contigo si eres íntegro y bondadoso. La felicidad está en servir, no en dominar, nace de compartir, no de acumular.