A La Luz Del Amor Solidario
Considero que es una buena noticia,
que algunos presos por delitos comunes sean liberados
durante la Semana Santa,
por intercesión de ciertas cofradías,
(que debieran ser más según mi punto de vista),
y que el recién indultado se incorpore a la procesión como un
penitente más.
Entiendo que por el sólo hecho de ser personas,
nos merecemos una segunda oportunidad,
máxime cuando la misma sociedad, todos nosotros
(unos en mayor medida que otros, también hay que decirlo)
es a veces tan culpable como el preso.
Jesús estará gozoso de ese amor solidario hacia el interno,
fruto de nuestra fe profunda en el Dios libertador de todas
las cautividades, porque es muy difícil (por no decir imposible)
que se viva la dignidad de la persona humana,
en el contexto social y estructural que constituye la actual
y desoladora atmósfera penitenciaria.
Mundo que no me es ajeno, porque he convivido con internos en labores
culturales y periodísticas. Los cerrojos no es la salida, se lo aseguro.
Tanto los internos que han podido salir de la prisión por la clemencia
de la Semana Santa, como los que se encuentran privados de libertad,
cumpliendo la pena, hemos de facilitarles un clima favorable
a la reinserción social, puesto que son personas,
muchas veces enfermos, que cruelmente una buena
parte de la sociedad, por desgracia, considera como
desechos humanos.
En estos días de amor solidario, quiero llamar la atención hacia los
últimos, y esos últimos suelen estar entre rejas
(por drogas la mayor parte y la mayoría gente pobre),
en una prisión que refleja un fracaso social en un Estado social
y democrático de Derecho, amparado en una doble y ambigua moral;
a nivel político la cárcel no es considerada un problema social urgente
porque los que en ella residen no tienen ni voz ni voto.
Por ello, mi aplauso, para esas cofradías que ponen luz
a esas personas, a las que sólo les bañan sombras.
Así de claro (o clarividente). Toda persona que está
en la prisión es un fracaso de toda la sociedad.
El delito es individual pero la pena es colectiva.
Menos venganzas y más prevenciones.
Menos prisiones y más alternativas a esa prisión.
Menos...lavarse las manos como poncio Pilato.
Víctor Corcoba Herrero
|