No pretendo ser original con este escrito de Navidad;
sólo quisiera compartir que ese niño del pesebre ,
vino para intervenir poderosamente en nuestras vidas
para siempre,
transformando realidades y cambiando destinos.
Hay mucho más que un pesebre en el mensaje navideño.
Navidad es Dios con nosotros en la persona de Jesús.
Las estadísticas actuales nos muestran que nuestros festejos
se asemejan cada vez más a los de los tiempos antiguos,
donde el vino era símbolo de la alegría y el elemento fundamental de toda celebración.
Si había vino había fiesta, si el vino se terminaba, la fiesta también.
Tal vez muchos recordamos la historia del primer milagro que realizó Jesús. Justamente promediando una fiesta de bodas, el vino se terminó anticipadamente.
Antes que la noticia se propagara entre los invitados, ante la intervención de su madre María, Jesús hizo que los sirvientes llenaran seis tinajas de cien litros cada una con agua, que milagrosamente la transformó en vino.
Podrán no coincidir conmigo,
pero debo decirles que estoy escribiendo estas líneas
porque creo firmemente que hoy Jesús puede transformar el agua en vino