PASIòN
¡Háblame! Que tu voz, eco del cielo,
sobre la tierra por doquier me
siga...
con tal de oír tu voz, nada me
importa
que el desdén en tu labio me maldiga.
¡Mírame!... Tus miradas me quemaron,
y tengo sed de ese mirar, eterno...
por ver tus ojos, que se abrase mi
alma
de esa mirada en el celeste infierno.
¡Ámame!... Nada soy... pero tu
diestra
sobre mi frente pálida un instante,
puede hacer del esclavo arrodillado
el hombre rey de corazón gigante.
*
Tú pasas... y la tierra voluptuosa
se estremece de amor bajo tus
huellas,
se entibia el aire, se perfuma el
prado
y se inclinan a verte las estrellas.
Quisiera ser la sombra de la noche
para verte dormir sola y tranquila,
y luego ser la aurora... y
despertarte
con un beso de luz en la pupila.
Soy tuyo, me posees... un solo átomo
no hay en mi ser que para ti no sea:
dentro de mi corazón eres latido,
y dentro de mi cerebro eres idea.
*
¡Oh! por mirar tu frente pensativa
y pálido de amores tu semblante;
por sentir el aliento de tu boca
mi labio acariciar un solo instante;
por estrechar tus manos virginales
sobre mi corazón, yo de rodillas,
y devorar con mis tremente besos
lágrimas de pasión en tus mejillas;
yo te diera... no sé... ¡no tengo
nada!...
—el poeta es mendigo de la tierra—
¡toda la sangre que en mis venas
arde!
¡todo lo grande que mi mente
encierra!
*
Mas no soy para ti... ¡Si entre tus
brazos
la suerte loca me arrojara un día,
al terrible contacto de tus labios
tal vez mi corazón... se rompería!
Nunca será... para mi negra vida
la inmensa dicha del amor no
existe...
sólo nací para llevar en mi alma
todo lo que hay de tempestuoso y
triste.
Y quisiera morir... ¡pero en tus
brazos,
con la embriaguez de la pasión más
loca,
y que mi ardiente vida se apagara
al soplo de los besos de tu boca!