¿Soñar no cuesta nada?
Los sueños siempre son fantasías que se manifiestan cuando dormimos, los sueños son y sólo son, no podemos pedirles que existan, que se concreten porque inmediatamente dejan de ser sueños y se transforman en realidades mediocres de sueños mal cumplidos. ¡Soñar no cuesta nada! es una frase mentirosa y equivocada, soñar cuesta la vida, cuesta el alma, cuesta el ser, los sueños siempre deberían quedarse en el remoto espacio de la nada, para permitirnos vivir una fantasía en unas horas o minutos, y luego desaparecer.
El sueño del amor pienso es mucho más que el amor real, vivido, para algunos pensar así es estar fuera de la realidad para otros es ser una estúpida, para mí es una filosofía de vida porque todo merece ser absolutamente ideal y puro, no vale la pena un amor mediocre, no vale la pena tener sentimientos a medias, que sólo sienten y existen cuando las garantías ofrecen un cien por ciento de seguridad.
El amor sin esperanzas, el amor perdido no deja de ser amor, no deja de ser ideal y puro, la única desdicha es que un amor no correspondido, sigue existiendo sin la presencia del ser amado, porque no puede ensuciarse, no puede mancharse, ni enlodarse con las necesidades físicas y concretas de la pasión. El amor es un ideal, es la perfección del alma de una persona, es la plenitud de la bondad y la perfecta imagen de un paisaje recién creado por Dios.
El amor que desborda la vida y el cuerpo, el amor que traspasa la fronteras del tiempo y se adueña y señorea de un corazón y un ser, es capaz de vivir y sobrevivir en el más inerte de los páramos. Para todos aquellos que dicen que el amor no es eterno, estoy en condiciones de contradecirlos: se le puede arrinconar, se le puede clausurar, se le puede esconder y disimular pero cuando el amor ha sido puro, verdadero y único ¡jamás muere! ni aun cuando intenten matarlo con la más infame de las traiciones, ni aun cuando el ser que lo sentía muera de dolor y pena, porque el amor es total, representa el todo absoluto, el más allá y el más acá, lo pleno y todopoderoso, lo único, representa la imagen pura de un alma sin corazas, sin cicatrices, sin maldades.
Soñar con este amor así descripto, así sentido, me costó la vida, me costó el palpitar suave y tranquilo de mi corazón, me costó el ser y el no ser de mi alma que ahora vaga perdida. Puedo ver en un espejo la imagen de mi ser destrozado por este amor que llegó a mi vida a destiempo, yo debería haber amado a quien me amó y me demostró su amor de la manera más pura y tierna, pero no pude, quedó reservado para entregárselo a quien no me amó, a quien usó la palabra amor para su propio beneficio y me hirió tan profundo que ya no puedo respirar sin sentir el dolor de la herida, sangro, cada vez que siento, agonizo cada vez que respiro.
Me pregunto si de verdad se puede amar así o si sólo es la fantasía de un amor que no existe, muchas veces me pregunto esto y la única respuesta que tengo es la que brota desbordada de lágrimas cada vez que me enfrento a este amor decepcionado.
¡Soñar no cuesta nada! Que gracia sin risas produce esta frase, si alguien pudiera ver lo caro que fue para mí invertir mi energía vital en un sueño mal concebido, porque fue un sueño metido en la pesadilla de otro, en el mal vivir de alguien para quien prometer, soñar, mentir, embaucar, no cuesta nada.
¿Cómo pude perder mi vital energía esa que me hacía luchar contra todo molino de viento que se presentase, como pude permitirme dejarme llevar por el dolor hasta lugares tan remotos, tan oscuros, tan insanos, que me han hecho despreciar lo único que siempre amé, mi inocencia y mi total entrega? Nunca voy a saberlo, menos ahora porque todavía estoy sumida en la mortal agonía de haberme tomado el atrevimiento de soñar y que este sueño me cueste el alma…