La Segunda Guerra Mundial: causa de fuerza mayor
La incorporación de la mujer al trabajo, aunque ayudada por los movimientos feministas que empezaron a surgir en el siglo XIX, llegó de una forma algo repentina, y por una causa de fuerza mayor: la Segunda Guerra Mundial. Y es que, mientras los hombres se dejaban la vida en los frentes, eran las mujeres quienes tenían que seguir con sus trabajos para que la sociedad siguiese siendo productiva. Así, un gran número mujeres, de los países aliados principalmente, dejó las tareas del hogar y se lanzó al mundo laboral.
Finalizada la guerra y vueltos sus maridos a casa, las cosas ya habían cambiado. La mayoría de las mujeres que se habían lanzado a trabajar siguieron haciéndolo, con lo cual surgió un modelo de familia que hoy en día es el más común: dos padres trabajando fuera y repartiéndose las tareas del hogar (al menos en teoría).
La situación de Estados Unidos fue aún más especial. Porque, tras la guerra, fue a los americanos a quienes les tocó reflotar la economía mundial. Eran el único país participante que no había sufrido daños, y que por tanto no había que reconstruir. Pero gran parte de Europa estaba en ruinas, y los americanos sacaron tajada de la situación, experimentando un espectacular crecimiento económico que los convirtió en la primera potencia mundial, puesto que hoy todavía mantienen.
¿Y que tiene esto que ver con las mujeres trabajadoras? Pues mucho. Miles de empresas se ampliaron y extendieron su ámbito de operaciones a la maltrecha Europa para enriquecerse con las múltiples demandas que la reconstrucción planteaba. Y por, tanto, surgieron numerosos puestos de trabajo nuevos. Y muchos de ellos cayeron en manos de mujeres, puesto que la sociedad ya se había acostumbrado a su salida al mundo laboral.
Es más, la incorporación de mujeres a las plantillas de trabajo fue, en general, un punto positivo para las empresas, por una razón muy sencilla: generaban una fuerte competitividad, que se traducía en una gran eficiencia. ¿Por qué? Porque los hombres, poco o nada a costumbrados a trabajar mano a mano con mujeres, guardaban bastantes ideas machistas, y no querían que una mujer hiciera su trabajo mejor que ellos y los dejara en evidencia. Mientras que las mujeres, por su parte, estaban deseosas de demostrar que podían desenvolverse con la misma o mejor soltura que sus compañeros masculinos.
Surge con esto el conocido tópico de la "guerra de sexos", muy explotado por el cine de Hollywood de la época. Cary Grant se convierte en el prototipo de hombre machista con cierto encanto, que usa sucias tretas para superar a sus compañeras femeninas, pero que no puede dejar de sentirse atraído por ellas. Y Katharine Hepburn se echa a las espaldas la imagen de la mujer liberada, que con picardía y usando un poco sus encantos consigue de los hombres todo lo que quiere, y con su chispa y verborrea desarma a sus competidores masculinos.
Tras el gran avance que esto supuso, otras causas contribuyeron a consolidar la importancia del papel de la mujer en el trabajo.
Otras causas socioeconómica
Una de ellas es la caída de la natalidad a partir de los años 70. Esto hace no sólo que haya menos hijos a los que tener que cuidar, sino que las mujeres puedan escoger la época más favorecedora para tener a sus hijos. Sube la edad media con la que las mujeres tienen hijos, por lo que éstas pueden terminar sus carreras antes de casarse y dar a luz. Y además, al tener menos hijos, una mujer puede escoger unos años de su vida para tenerlos y criarlos, y luego dedicarse al trabajo con más dedicación.
Otra causa importante es el fuerte desarrollo del "estado de bienestar", que conlleva a su vez un crecimiento del sector terciario: al ser un ámbito laboral nuevo, no estaba "masculinizado", y las mujeres pudieron incorporarse sin demasiados problemas. El estado de bienestar causa, además, que aumente el nivel de vida de las familias y por tanto necesiten de más ingresos: ingresos que se conseguían con los dos cónyuges trayendo dinero a casa.
Por último, fue también importante el desarrollo tecnológico orientado al bienestar de los ciudadanos. El desarrollo y comercialización de los electrodomésticos (lavadoras, aspiradoras, hornos...) fue vital para dar un respiro a las mujeres en las tareas del hogar.
Situación actual
No obstante, la incorporación de las mujeres al mundo laboral también ha traído consigo algunos problemas que aún hoy tienen flecos por resolver. Y es que cambiar una situación social es relativamente fácil (sobre todo si hay causas tan apremiantes como la que fue la madre de todas las guerras). Pero no lo es tanto cambiar las mentalidades. En las sociedades occidentales todavía perviven bastantes resquicios de un machismo que no termina de asumir que las mujeres puedan ser iguales que los hombres. Por eso, temas como la desigualdad salarial, las trabas a las bajas por maternidad o el desequilibrio en el reparto de las tareas del hogar siguen afectando a buen número de mujeres trabajadoras