“Mucho nos cambiaría la vida solo con suprimir el pernicioso hábito de la queja,
continua y por costumbre, de observar, escuchar y hablar de todo lo
negativo, lo malo, lo que no funciona, lo terrible, lo que no queremos…
que nos deja en un estado emocional ansioso, de temor y lucha, y enfocar
nuestra mirada, pensamientos, escucha y palabras en todo lo que
queremos, nos gusta, nos apoya, funciona y fortalece. IR CON LA
CORRIENTE DE LA VIDA, actuando siempre a favor de lo que deseamos y
merecemos; evitando la lucha inútil y debilitante”
“La vida, el tiempo en que permanecemos en este planeta con nuestro cuerpo físico es para gozarla, disfrutarla, saborearla, teniendo un por qué y un para qué que la llena de sentido y significado”
Ana Novo
Artículo de Ana Novo
sobre las consecuencias de quejarnos continuamente y centrarnos en lo
negativo o fluir con lo positivo de la Vida y buscar plenitud.
Nada
mas nacer, el llanto y la queja son los únicos medios que tenemos para
asegurarnos la supervivencia: ser alimentado, permanecer seco y limpio,
que nos distraigan, nos dejen dormir en paz y atiendan nuestro malestar.
No tenemos otra forma de expresarnos ya que aún no empleamos las
palabras para decir lo que queremos o no, lo que nos gusta o disgusta o
como nos estamos sintiendo.
Antes que la sonrisa y la risa, que son más agradables y que también nos procuran atención, aprobación y contento emocional, el llanto y la queja satisfacen nuestras necesidades físicas y así aseguramos nuestra vida.
Pasado
el tiempo, y ya de adultos, seguimos empleando estos medios para
expresar todo lo que nos disgusta, lo que nos perjudica, lo que nos
asusta y lo que rechazamos. Pero ahora estas palabras y acciones
provocan el efecto contrario: nos perjudican seriamente y nos impide
disfrutar de una vida plena.
La vida, el tiempo en que permanecemos en este planeta con nuestro cuerpo físico es para gozarla, disfrutarla, saborearla, teniendo un por qué y un para qué que la llena de sentido y significado. La supervivencia solo es nuestro objetivo cuando somos críos; la vivencia de la plenitud y la felicidad, la verdadera meta.
Realmente
hemos aprendido, o al menos han puesto empeño en enseñarnos, como ir
tirando con el paso de los años, pero no sabemos ser conscientes del
inmenso regalo y fortuna que tenemos de poder materializar experiencias
de vida que sean reflejo de desarrollo, crecimiento y evolución de
nuestra grandeza humana.
Existe
una Ley Universal, que rige todo y a todos, en cualquier lugar, en todo
momento, cuyo conocimiento y seguimiento nos asegura la manifestación
de lo que elijamos ser, hacer y tener en nuestra experiencia vital: “todo en lo que enfocamos nuestra atención, crece, se expande”, o lo que es lo mismo, que vayamos a favor de la corriente, fluyendo con la vida.
Por
más que nos lo hayan dicho y demostrado sabios y maestros de todos los
tiempos, seguimos haciendo oídos sordos, continuando pensando, hablando,
escuchando y actuando con ignorancia y descuido y sufriendo, por ello,
sus consecuencias.
Mucho nos cambiaría la vida solo con suprimir el pernicioso hábito de la queja, continua y por costumbre, de observar, escuchar y hablar de todo lo negativo, lo malo, lo que no funciona, lo terrible, lo que no queremos… que nos deja en un estado emocional ansioso,
de temor y lucha, y enfocar nuestra mirada, pensamientos, escucha y
palabras en todo lo que queremos, nos gusta, nos apoya, funciona y
fortalece. Ir con la corriente de la vida, actuando siempre a favor de
lo que deseamos y merecemos; evitando la lucha inútil y debilitante.
Estamos
confundidos. Esfuerzo, paciencia, perseverancia, optimismo, renuncia
inmediata, son valores positivos e imprescindibles para lograr una vida
plena y con sentido. La lucha, la protesta violenta, las acciones
conducentes a seguir dando energía a lo negativo, falso y odiado, por el
contrario, tendrán el efecto de atraer más de todo lo que no queremos y rechazamos. ¿No tenemos suficientes ejemplos de ello?
La
actitud conveniente es: “siempre a favor”: a favor del amor, de la
buena salud, de la familia, de la libertad personal, de la justicia, de
vivienda digna, de trabajo/servicio que nos apasione y bien retribuido,
del respeto a la diversidad, de la paz. Sería estupendo gritarlo a los
cuatro vientos, a solas y en manifestación.
El exterior es fiel reflejo del interior.
La sociedad no es más que el conjunto de personas, vecinos y
ciudadanos. Las creencias, las conversaciones, los estados emocionales,
las situaciones y circunstancias personales serán las de la
sociedad y las del mundo.
Como dijo Gandhi, seamos cada uno el cambio que queremos ver en el mundo.
Es un asunto personal, no de la sociedad o del gobierno de turno. Y
como hizo la Madre Teresa, barramos cada uno la puerta de nuestra casa
para que nuestro bloque, calle, barrio, ciudad, nación, país y planeta
estén limpios.
También es asunto de cada persona. Dediquemos nuestra energía, tiempo, talentos y recursos siempre a favor de la vida que deseamos y soñamos y del mayor bien de toda la Humanidad.
Da resultado.
Ana Novo
Autora del libro “Elige tu vida, ¡ahora!” (Ed. Creación)