Padre Dios nuestro señor
que de tu hijo hiciste entrega,
y vendido fue en traición
por tristes treinta monedas.
Lo juzgó Poncio Pilatos
y las manos se lavó,
al saberlo no culpable
a su suerte lo dejó.
Comenzó así su calvario
nuestro Cristo salvador,
cargando una cruz pesada
sin piedad ni compasión,
fulminado en cada paso
por los látigos romanos,
cayendo en su arduo camino
tres veces de agotamiento,
hasta llegar a la cima
del triste Monte Calvario,
ahí fue su despedida,
ante el silencio del pueblo
y lo cruel de los soldados,
crucificado en la cruz
sino antes ser humillado,
hasta sucumbir del todo
como estaba destinado,
para salvación del mundo
que a la fecha pareciera,
prefiere seguir pecando
y sus almas condenando,
aun cuando fluya en sus venas
la corrosión del pecado,
sin aceptar extirpar
de sus vidas el veneno,
aceptando la doctrina
que predica un hombre bueno,
al que todos conocemos
y es Jesús el nazareno.
Autor: Pietro
Derechos de Autor
5-04-12