Las raíces del pensamiento humano
por Jaime Barylko
(Fragmento)
¿Qué quiere el Hombre?
Uno nace y quiere ser feliz. Pero ¿en qué consiste ser feliz?
El religioso es feliz cuando reza y siente un contacto con lo trascendente. El ateo es feliz en su piel, en su cuerpo, en el cumplimiento de sus instintos. Yo era feliz, en mi soledad sonora de pensar, estudiar, escuchar a Bach.
Ser feliz es cumplir con un designio. Ese designio se vuelve propio, pero en un principio es ajeno, es de los otros, de la tradición, de la trama del tiempo en que vivimos y de la educación que recibimos. Miguel Ángel no significa nada para quien no se haya formado en los valores estéticos de Occidente, y la pintura china no nos emociona demasiado cuando la enfrentamos.
Por otro lado, están el sufrimiento, el dolor injustificado, los accidentes de la existencia, los seres queridos que se van y no vuelven. La muerte acecha como el ocaso del sol.
Caminar es enfrentar retos y superar escollos. Vivir es autodefinirse constantemente. Hasta el fin, es decir, hasta que sé del fin.
Pensar es vivir. Vivir auténticamente, con conciencia de lo que yo quiero y de lo que otros quieren que yo quiera. Pensar es detener la parafernalia en la que estamos insertos, retirarnos un poquito, contemplar, formular preguntas e intentar hallar respuestas.
Pensar es una manera de colocarse frente al mundo, al otro, a las cosas; es una postura. Y también, un ejercicio, una practica, un aerobismo del alma. Pensando es como tomamos nota de nuestra circunstancia actual y de nuestra circunstancia pasada, y de nuestro origen, y del origen de tantas ideas, imágenes y sentimientos.
Se necesita del pensamiento humano para saber por qué vivimos, por qué morimos, para que estamos, y por qué se sufre, inútilmente, injustamente, y cómo consolarnos de tanta perdida intermitente. Algo que nos contenga, que nos consuele, que nos explique.
Esto es el hombre. Un ser que pregunta, que se pregunta, y que nunca dejará de preguntarse por mas respuestas que reciba. |
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