Debieron faltar muchas cosas,
pues mi intención allí era sólo
compartir un poco mi experiencia.
Aun así, la invito a tomar un café,
con curiosidad a lo que consideraba
una omisión importante.
Y Begoña –ése es su nombre- me dice:
He notado que la mayoría de los peregrinos,
ya sea en el CAMINO DE SANTIAGO o en los caminos
de la vida,
siempre procura seguir el ritmo de los demás.
“Al principio de mi peregrinación,
yo procuraba ir junto a mi grupo.
Me cansaba,
exigía a mi cuerpo más de lo que podía dar,
vivía tensa y acabé teniendo problemas en los
tendones de los pies.
Imposibilitada a andar durante dos días,
entendí que sólo conseguiría llegar
a Compostela si obedecía mi ritmo personal.
“Tardé más que los otros,
tuve que caminar sola por muchos trechos,
pero sólo respetando mi ritmo conseguí concluir
el Camino.
Desde entonces aplico eso a todo lo que
debo hacer en la vida:
respeto mi tiempo.”