Alabado sea Jesucristo…
Podemos asistir a una persona a salir de su dolor, curándolos mediante la dicha. La dicha no trata de decir: “Bueno, tengamos dicha” aunque eso puede funcionar. Más bien, se trata de acceder a suficiente dicha por dentro para que comience a derramarse hacia afuera. La dicha burbujea y puede hacer que el cuerpo se mueva y se transforme y eso es extremadamente importante. Algunas personas no pueden manejar la dicha. Es demasiado electrificante y puede mantenerlos despiertos. Es como una subida del azúcar en la sangre.
Tal vez extrañes a alguien que se ha ido, pero también tienes la dicha de haberlo conocido y de pasar algún tiempo con esa persona. Yo soy muy dichoso por lo que mis padres me enseñaron y porque fueron mis padres. Los extraño, pero no tengo dolor, porque me enseñaron lo que sabían. Yo tendría dolor si no usase lo que me dieron, pero lo uso.
J. Roger