Alabado sea Jesucristo…
Los cristianos tenemos un enorme privilegio: conocemos el verdadero nombre de Dios. Lo conocemos porque Jesucristo lo ha revelado: “Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.
La Trinidad es un “misterio”. La Biblia y la liturgia nos dan “indicios” para acercarnos a ese misterio guiados por el mismo Dios. Nos presentan a Dios como Padre creador. Siguen enseñándonos cómo Dios amó tanto al mundo que mandó a su Hijo, no para juzgarnos y condenarnos, sino para salvarnos. Y desde entonces, para quedarse entre nosotros continuando su obra, envió al Espíritu Santo, que vive en cada uno de nosotros y nos anima a “renovar la creación” y alcanzar la vida eterna.
De “El Domingo”