
Belleza cotidiana -amor tranquilo-, ¡qué bella eres ahora! ¡Sí, en todo vives tú! ¡Mata que fue esqueleto sin luz, hoy toda es rosas; vereda que te ibas, como el enterrador al cementerio, por la gavia roja y apestosa de perros muertos y de almejas malas: cómo vienes a mí, clara, saltona, igual que un niño! Agua muda y verde de mis penas, hoy límpida y sonora de mi alegría, ¿qué ruedas de oro y plata le das a mi ventura misteriosa?

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