Tú eres más que mis ojos porque ves lo que en mis ojos llevo de tu vida. Y así camino ciego de mí mismo iluminado por mis ojos que arden con el fuego de ti.
Tú eres más que mi oído porque escuchas lo que en mi oído llevo de tu voz. Y así camino sordo de mí mismo lleno de las ternuras de tu acento. ¡La sola voz de ti!
Tú eres más que mi olfato porque hueles lo que mi olfato lleva de tu olor. Y así voy ignorando el propio aroma, emanando tus ámbitos perfumes, pronto huerto de ti.
Tú eres más que mi lengua porque gustas lo que en mi lengua llevo de ti sólo, y así voy insensible a mis sabores saboreando el deleite de los tuyos, sólo sabor de ti.
Tú eres más que mi tacto porque en mí tu caricia acaricias y desbordas. Y así toco en mi cuerpo la delicia de tus manos quemadas por las mías.
Yo solamente soy el vivo espejo de tus sentidos. La fidelidad en la garganta del volcán.
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