Alabado sea Jesucristo…
Marita S., lectora de nuestra página, de la provincia de Santa Fe, Argentina, nos ha enviado una hermosa reflexión con la que abrimos la edición de hoy:
"Alguna vez me pidieron que me enamore de Él, que ansíe encontrarme con su cuerpo, que piense en Él, que trate de agradarle, gustarle…
Cuando lo escuché por primera vez, creí que la persona que me hablaba no estaba en sus cabales, pero como lo estimaba, lo escuché hasta el final.
El tiempo pasó y sus palabras resonaban en mi cabeza, en mi mente y en mi corazón. Y sin darme cuenta… comencé a extrañarlo.
Pero, me sentía la peor de todas, incapaz de poder sentirlo cerca.
El tiempo volvió a pasar y una amiga, en una conversación muy informal dijo que Él no venía para estar con los sanos sino con los enfermosa estar con los buenos sino que vino a buscar esas ovejas perdidas…(tal vez a, que no vino mi también)