Alabado sea Jesucristo…
En la hojita “El Domingo” de ayer, festividad de San Juan Bautista, leí el mensaje de introducción y me pareció muy apropiado para transcribirlo en nuestra página, cosa que hago a continuación:
Las personas mayores seguramente recuerdan las célebres “fogatas de San Juan”. ¡Qué tiempos aquellos!
La piedad popular cristiana, desde muy antiguo (s. IV), “aprovechó” las fogatas con que el mundo pagano festejaba al sol, para celebrar la aparición (el nacimiento) de un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Les resultó sencillo a aquellos cristianos asociar la luz de las fogatas con la misión de Juan. El propio Evangelio lo vincula con la “luz”: Vino como testigo, para dar testimonio de la luz; él no era la luz sino el testigo de la luz. (Jn 1, 7-8)
La misión de Juan es ser testigo humilde, fiel y decidido del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, el único que trae la salvación, el perdón, la vida nueva que el hombre necesita. También es la nuestra. Jesús sigue necesitando “Juanes”. El nombre Juan significa en hebreo “Yahvé es misericordioso”.
¡Hazme Señor, anunciador y testigo de tu misericordia!