Sentado en la playa, un día de verano,
observaba como unos niños, jugaban en la arena.
Estaban trabajando con esmero, cerca del agua,
en la construcción de un elaborado castillo con portones,
torres y pasajes internos.
Cuando estaban acabando con el proyecto,
una gran ola vino y les derrumbó la construcción,
reduciéndola a un montículo de arena mojada.
Pensé que estallaría el llanto, agobiados
por lo que acababa de suceder en la obra que tanto trabajo les había costado.
Pero me sorprendieron.
En vez de eso, alejándose del agua salieron corriendo,
riendo y tomados de la mano y volvieron
a sentarse a construir otro castillo.
Me di cuenta que me habían enseñado una gran lección.
Todas las cosas de nuestra vida,
todas las estructuras complicadas sobre
las que gastamos tanta energía y tiempo,
están construídas sobre arena.
Sólo nuestra relación con Dios y con otras personas perdurarán.
Tarde o temprano una ola puede llegar
y tirar abajo lo que nos ha costado tanto construir.
Cuando eso suceda sólo los que tienen
una mano a la que aferrarse serán capaces de reír.
Harold Kushner
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