Alabado sea Jesucristo…
Ya hace años que se viene diciendo que la depresión es la enfermedad más característica de nuestro tiempo. De hecho, el número de suicidios –el acto más dramático de la desesperanza– se incrementa continuamente a nivel mundial. ¿Y las otras formas “encubiertas” de suicidios, igualmente desesperadas? El alcoholismo, la droga, el sexo desenfrenado, el placer a cualquier precio… ¿no ocultan nuestro vacío interior, nuestra soledad, nuestra desesperanza, nuestro sin sentido?
No desesperemos. El Señor nos dice también a nosotros: Levántate y come. La vida es un largo camino. Pero el cristiano tiene a mano un poderoso alimento, el “pan” que es el mismísimo Jesús: Yo soy el pan de vida. El que coma de este pan vivirá eternamente.
Señor, me amaste y te entregaste por mí. Dame la gracia de gustar qué bueno eres y cuán felices son los que en ti se refugian.