Alabado sea Jesucristo…
Si alguna vez siento que las preocupaciones están a punto de abrumarme, sé que existe un lugar donde puedo hallar serenidad y fe renovada. Allí donde yo esté morarán la paz y la seguridad. Aspiro profundamente unas cuantas veces y me concentro en la presencia de Dios, que me llena, me eleva y me cura. Soy bendecido por una conciencia más amplia de una presencia amorosa y protectora, que aguarda ser reconocida por mí.
Para entrar abro la puerta del lugar donde mora la paz, guía la sabiduría y provee el amor. Unido con Dios, cada día, cada momento se resuelve por sí solo. Mi espíritu, mente y cuerpo se aposentan en un todo armonioso. Mi realidad es la unidad con el Creador. Voy donde moran la paz, la sabiduría y el Amor de Dios.