Alabado sea Jesucristo…
El relato de la curación del sordomudo es una llamada a la apertura y la comunicación. Aquel hombre sordo y mudo, encerrado en sí mismo, incapaz de salir de su aislamiento, ha de dejar que Jesús trabaje sus oídos y su lengua. Jesús acude al Padre, fuente de toda salvación: mirando al cielo, Jesús suspira y grita al enfermo una sola palabra: "Effetá", es decir, "Ábrete". Esta es la única palabra que pronuncia Jesús en todo el relato. No está dirigida a los oídos del sordo sino a su corazón.
La palabra de Jesús resuena también hoy como un imperativo para cada uno de nosotros. Conoce a más de uno que vive sordo a la Palabra de Dios. Cristianos que no se abren a la Buena Noticia de Jesús ni hablan a nadie de su fe. Comunidades sordomudas que escuchan poco el Evangelio y lo comunican mal.
Tal vez uno de los pecados más graves de los cristianos es esta sordera. No nos detenemos a escuchar el Evangelio de Jesús. No vivimos con el corazón abierto para acoger sus Palabras. Por eso, no sabemos escuchar con paciencia y compasión a tanta gente que sufre sin recibir apenas el cariño ni la atención de nadie.
José Antonio Pagola