Para poder disfrutar del momento presente tenemos que recuperar la conciencia de los sentidos.
La gente vive con los auriculares puestos y manipulando en forma frenética su celular, evadiéndose de la realidad y hundiéndose en la búsqueda de quimeras y utopías.
Son como robots en un universo mental, tratando de no perderse la última novedad electrónica y dispuestos a gastar su tiempo para aprender su cada vez más complicado funcionamiento. Tanto es así que nos hemos olvidado de nuestros sentidos.
Para volver a una realidad más humana debemos recuperarlos, para volver a conectarnos con el mundo y con nuestro cuerpo y poder vivir plenamente el momento presente.
¿Por qué es necesario recuperar las sensaciones naturales del cuerpo?; porque son muchos los que sufren de estrés, angustia, ansiedad, depresión, insatisfacción vital, falta de apetito sexual, sensación de malestar y vacío interior; esclavizados por la tecnología.
Solamente tenemos que detenernos y tomar conciencia de la realidad que nos rodea, prestar atención al entorno y a lo que estamos haciendo a cada momento, porque para ganar tiempo, a todos nos gusta vivir con el piloto automático puesto.
Estar con uno mismo unos pocos minutos al día, cambia todo, nos hace más seasibles, más conscientes de nosotros mismos y de la realidad, de nuestras verdaderas necesidades y de nuestros deseos.
Para evitar los ruidos molestos, el oído tiene un mecanismo que permite bloquear esos estímulos para no oírlos más. De esa forma hace que no nos perturbe el vehículo ruidoso que pasa frente a nuestra casa, ni el ensordecedor ruido del tránsito urbano.
El exceso de estímulos en una gran ciudad hace que todos nuestros sentidos hagan lo mismo, se insensibilicen, y poco a poco vamos convirtiéndonos en seres que no pueden entender la realidad que los rodea.
Las parejas casi no se miran aunque estén juntas durante todo el día, y menos se acarician o se escuchan; ambos viven aislados, inclusive de sus hijos porque cada uno está en su propio mundo.
El acercamiento en el amor comienza con una mirada, pero por lo general, las miradas están perdidas en su propio laberinto mental, recordando al pasado y preocupándose por el futuro.
Mirar a los ojos y perderse en la profundidad de una mirada, es la forma de conocer al otro, descubrir la verdad y también el amor.
La vida tiene el sabor que reflejan los sentidos.