Este destino de leña, destinada a arder sin remedio,
me puso frente a un dilema que me cuesta descifrar;
con sofocos… me enseñó a ser posible;
me unció a conceptos y decretos firmados,
llenó mi vida de fundamentos bien sentados
y me empujó a bogar mar adentro sin timón.
Se apagaron los tizones con las olas indomables,
se enfriaron mis entrañas por un siglo y algo más;
pero el viento trajo soles calentando los deshielos;
las sirenas con su canto misterioso me arrullaban,
y flotando en las espumas mi destino regresó.
Leña mojada y maltrecha, en las rocas me encontré,
los soles de aquel viento, calentaron camalotes
florecieron los abrojos, sanaron mis pies heridos;
mi destino en rebeldía volvió de nuevo a prender.
Con las aguas del deshielo o la arena del desierto,
en medio de sofocos… fui posible;
me apremiaron las quimeras… fui posible,
las falacias midieron mi estatura… fui posible,
engrillada… solitaria y sn alas… fui posible,
al ocaso voy llegando suavemente y segura,
porque con sofocos aprendí, que soy posible…
NINFA DUARTE