Alabado sea Jesucristo…
Conversar con Dios es escuchar los grillos cuando cantan las auroras, es saber que el otro es tan tú como tú mismo, es abrir las puertas dejando entrar las brisas, es soñar despierto con el edén perdido y reencontrarlo luego en el corazón vencido.
Conversar con Dios es servicio fiel, darle de comer a la viuda y al mendigo y poner la frente ante el odio altivo, es ser feliz con todos y también contigo.
Es amar al prójimo; ya no porque te lo hayan pedido, sino porque sabes bien que amar es recibir abrigo. Es amar aún a tu peor enemigo porque sabes bien que es tu espejo vivo.
Conversar con Dios es sentir la brisa suave mientas vamos al arrullo de la luna abrazando los luceros y estrellas.
Conversar con Dios es un sonreír continuo al hermano ajado, al hermano herido, al hermano triste y aun al desabrido porque sabes bien que andará contigo incluso ante la ausencia de su amor de amigo.