Hola a todos. Soy un calcetín y me encuentro solo.
Todo empezó ese triste día en que nos metieron por primera vez, a mi pareja y a mi, dentro de una horrible máquina de tortura.
Nos introdujeron, junto a otras prendas, en el interior de una oscura y húmeda boca metálica. Primero probaron a ahogarnos con un agua contaminada por armas químicas; después, intentaron cocernos calentando el agua hasta alcanzar temperaturas insufribles, pero nosotros los calcetines resistimos incluso en el momento en que intentaron quemarnos con un aire sofocante. De hecho, los calcetines estamos acostumbrados a llevar una vida dura: Tragamos grandes cantidades de polvo mientras nuestros amos, los pies, caminan largas distancias. Soportamos estoicamente los malos olores que desprenden los poros de ventilación de su piel, permanecemos muchas horas encerrados en un reducto estrecho y oscuro llamado zapato y, para colmo de males, un día del año cargan en nuestro interior regalos que no son nuestros y nos sacan al exterior de las casas a pesar del frío.
Pero lo que me pasó el otro día es más de lo que la fortaleza calcetinera puede resistir. Una vez acabó todo ese martirio textil, busqué a mi amada pareja y no la encontré. En su lugar, apareció unido a mí un calcetín que no había visto en mi vida. No era un escarpín feo pero... no era mi pareja. Aunque éramos del mismo color, mi extraño acompañante tenía una talla más que yo y, además, era de "elastano". Que conste que yo no soy racista, mantengo mi respeto hacia todo lo que no es de algodón, pero soy un calcetín monógamo. Estoy profundamente enamorado de mi pareja y le seré fiel hasta la muerte.
Ahora soy un calcetín desaparejado. Deambulo en el interior de un armario como alma en pena molestando a mis vecinos, los calzoncillos.
Por favor, si alguien encuentra a mi pareja, mi media naranja, mi otro yo, que me lo diga pronto. ¡Querido calcetín mío! Sin ti no soy nada...