Alabado sea Jesucristo…
En la tradicional audiencia pública de los días miércoles, el Papa Benedicto XVI se dirigió ayer a los peregrinos a propósito del inicio (hoy) del Año de la Fe, en el día en que se cumplen 50 años del comienzo del Concilio Vaticano II convocado por el Beato Papa Juan XXIII, concilio del que el mismo Benedicto XVI fue testigo y protagonista.
El Pontífice recordó en su catequesis su intensa vivencia, de joven teólogo, que calificó de “experiencia única”, en la que pudo ver una “Iglesia viva – casi tres mil Padres conciliares de todo el mundo reunidos y guiados por el Sucesor del Apóstol Pedro”.
Recordó que cincuenta años atrás, el Papa Juan, al abrir las sesiones del Concilio dijo que “La fe debía hablar de forma más 'renovada', más incisiva porque el mundo estaba cambiando rápidamente, manteniendo, sin embargo, sus contenidos perennes sin fisuras o compromisos”.
Finalmente, Benedicto XVI concluyó: “El Concilio recuerda que la Iglesia tiene el mandato de transmitir la palabra del amor de Dios que salva, para que sea escuchada y recibida aquella llamada divina que contiene en sí las bienaventuranzas eternas. El Concilio Vaticano es una fuerte invitación a redescubrir cada día la belleza de la fe y a conocerla de modo profundo, para una relación más intensa con el Señor, y a vivir auténticamente la vocación cristiana”.
En esta fecha tan trascendente para la Iglesia, elevemos una oración para que el Año de la Fe contribuya a una renovada conversión al Señor Jesús y al redescubrimiento de la Fe, de modo que todos los miembros de la Iglesia seamos para el mundo actual testigos gozosos y convincentes del Señor resucitado, capaces de señalar la "puerta de la fe" a tantos otros que están en búsqueda de la verdad.