Alabado sea Jesucristo…
Hoy pienso en los niños de todas las naciones, los abrazo en mis pensamientos y en mis oraciones de amor y fe.
Lo significativo de orar por los niños es saber que ellos son receptivos y sensibles a las oraciones positivas; que afirman la vida.
Agradezco que el espíritu de Dios esté dentro de cada niño. ¡Qué gratificante es recordar que, si bien cada niño es único, Dios se expresa a través de ellos como vida, inteligencia, salud y tantas cosas más!
Cada vez que oro por los niños los veo colmados de seguridad, rodeados de paz e inspirados por el amor de los adultos que los rodean.
Bendigo a los niños en mis oraciones, sabiendo que ellos nos bendicen, a mí y a los demás, con su amor, su entusiasmo y su alegría de vivir.
Bendigo a todos los niños de Dios en mis oraciones.