Alabado sea Jesucristo…
Hoy la Iglesia celebra a San Lucas evangelista, y en el Evangelio del día se hace referencia a cómo Jesús designó a setenta y dos discípulos y los envío de dos en dos a predicar a las ciudades. Se suele usar la palabra “apóstoles” que viene del latín apostolus; o del griego apostolos, y significa “uno que es enviado”.
En el sentido más preciso o estricto, la denominación de Apóstoles se refiere a la comunidad de los 12 que Jesús escogió como discípulos íntimos durante su vida pública. Los Apóstoles fueron ordenados por Jesús en la Última Cena como sacerdotes y recibieron de Él la misión de predicar el Evangelio en todo el mundo (Mateo 28, 19-20). Todos lo abandonaron ese mismo día, cuando unos de entre ellos, Judas, lo traicionó. Más tarde fueron testigos de la Resurrección de Jesús y en Pentecostés recibieron poder para entender y actuar según el Evangelio. Judas fue remplazado como Apóstol por Matías.
Según su uso más amplio en el Nuevo Testamento, la palabra Apóstol se refiere a los seguidores de Jesucristo que comunican su Evangelio. Tal vez el ejemplo más significativo es Pablo, que no pertenecía el grupo inicial de los doce, y sin embargo fue también divinamente llamado e instituido por Él como apóstol especial a los gentiles (Hechos 9, 1-31; 1 Corintios 9, 11). Pablo podía acreditar su título apóstol por haber visto a Cristo resucitado (Gálatas 1, 12; 1 Corintios 15).
Y si saltamos hasta nuestros días, todos los católicos, por el bautismo que nos hace formar parte del Cuerpo Místico de Cristo, somos también sus apóstoles y tenemos la hermosa tarea de llevar al mundo la Buena Noticia, es decir, difundir el Evangelio.