Alabado sea Jesucristo…
Nos hemos acostumbrado a ver Rosarios colgados en el espejo retrovisor de cada taxi o camión, también es como una moda usarlo en el cuello o bien cargarlo como una pulsera cualquiera. Para muchas personas el rosario es un simple adorno que "se ve bien". Un santo sacerdote decía: "un buen cristiano va siempre armado de su Rosario". No se trata simplemente de llevarlo para que se vea, sino de usarlo.
El Rosario es y ha sido durante años la oración que la Iglesia dirige a María. No se trata de repetir lo mismo, al decir las Ave María nos dejamos guiar por las manos de la Virgen, meditando los misterios alegres, luminosos, dolorosos y gloriosos.
El Rosario está todo entretejido de la vida de Cristo. Primero se enuncia el misterio, sigue la oración que Él enseñó a sus discípulos, la primera parte del Avemaría, recuerdan las primeras palabras del ángel a María, "la llena de gracia". La segunda parte del Avemaría es como la respuesta de los hijos que, dirigiéndose suplicantes a la Madre, le piden con insistencia "ruega por nosotros los pecadores".
Estamos transitando los últimos días del mes del Rosario… lo que no significa que tengamos que dejar de rezarlo.