NADIE TE VE Nadie te ve, mujer enamorada, como te he visto yo, como aún te veo, desbordante de luz, y engalanada del atavío rojo del deseo. Nadie te ve, mujer, porque te ocultas bajo semblante de serena calma; mas yo ví las borrascas que sepultas en los fondos recónditos del alma. Nadie te ve, mujer, tal como eres, te ven como deseas que te vean: Sobria en derechos, rígida en deberes, y principios que nunca titubean. Nadie te ve impulsiva y soñadora como te ví, como te amé aquel día en que olvidaste el porte de señora para estallar en fiera fantasía. Nadie ve el natural voluptuoso bajo el marco social encadenado, ni los hijos, los padres, o el esposo que existen, más que viven, a tu lado. Pero yo he visto en la naturaleza volcanes que juzgamos extinguidos, y un día su furor se despereza, en orgía de fuego y estallidos. Y quienes a su sombra establecieron sus campos de cultivo y sus poblados, lamentarán que nunca percibieron esa voz que clamó a gritos callados. Texto de Francisco Álvarez Hidalgo
|