Alabado sea Jesucristo…
En un mundo globalizado encontramos casi todas las marcas y franquicias reconocidas en todas las ciudades grandes y medianas. Tenemos la sensación de habitar en una pequeña aldea global.
Una tendencia uniformadora parece estar dispuesta a borrar las tradicionales identidades nacionales y regionales. Es una especie de imperialismo de los expertos en mercadotecnia. Cuando escuchamos el mensaje final del Evangelio de san Mateo y descubrimos la voluntad universalista del mismo, podemos tener la sensación de estar escuchando a un vendedor ambicioso que quiere apoderarse del sector religioso mundial. Nada más equivocado.
El Señor Jesús no quería convertir a la comunidad de sus discípulos en una institución dedicada a expandirse por todas partes sin sentido. El Evangelio se tiene que ir injertando en las diferentes sociedades y culturas, para florecer de forma original. La unidad de la fe en la diversidad de las iglesias locales.
La fuerza del Evangelio se humaniza y se concreta de forma peculiar en cada contexto histórico y en cada encrucijada cultural, produciendo frutos para la vida del mundo.
"La verdad católica"