Alabado sea Jesucristo…
Y hoy más que nunca repito esta frase que pronunció Juan Pablo II y que fueron sus primeras palabras en el balcón de la Basílica de San Pedro el día de su elección para el trono de Pedro en octubre de 1978.
Hago mías estas palabras cada día de mi vida, y en especial ahora que el Señor y la Santísima Virgen estuvieron a mi lado este lunes pasado cuando una descompensación cardíaca ocasionó que fuera internado de urgencia y sometido a un cateterismo que por Gracia de Dios resultó normal.
La presencia de Jesús y de María fue constante a mi lado, y al regresar ahora con “Pequeñas Semillitas” quiero dejar constancia de mi agradecimiento por ello… Y también a todas las personas que han rezado por mi salud, y que seguramente lo seguirán haciendo.
He recibido reiteradas indicaciones tanto de los médicos como de personas que me quieren bien, en el sentido de disminuir mis actividades y descansar más… Pero creo que para descansar ya tendré tiempo si es que al cabo de mi vida tengo los merecimientos necesarios para llegar al Reino de Dios. Ahora mi intención es continuar difundiendo la Buena Nueva de Jesús como lo vengo haciendo.
Recuerdo que en los últimos años de su vida, al gran Juan Pablo II le preguntaban si no pensaba renunciar al papado por su avanzada edad y sus múltiples y graves enfermedades, y el respondía con todo ese amor y sabiduría propios de los santos: “Si Cristo no se bajó de la Cruz, yo tampoco voy a abandonar mi tarea” No quiero ponerme ni remotamente en el nivel del gran beato; sólo quiero significar que él es mi ejemplo, mi modelo, mi guía… y en esta circunstancia de estar con algunos problemas de salud y con apenas 61 años de edad, no pienso bajarme de la tarea asumida, que la seguiré desarrollando “Ad maiorem Dei gloriam” (a mayor gloria de Dios = AMDG)
Con gran alegría, reiniciamos la siembra