Hoy quiero invitarte a abrir el dulce surco
de la tierra, para depositar en ella nuestros
ideales, nuestras ilusiones ,
nuestros pensamientos más nobles,
nuestros anhelos de mejorarnos
y ayudar a mejorar a la humanidad.
Después de realizada la siembra,
te invito a regarla con ternura,
amor, constancia, abnegación y fe.
Cofiémos que nuestra siembra sea simiente
de espíritus renovados, cuyo alimento sea
la noble entrega de cada día; de modo tal
que cuando regresemos a ella, cuando se
extinga la luz de nuestras vidas , este surco
generoso nos reciba en sus plácidas entrañas
con conmiseración , gratitud y redención.
Ahora , recibiremos el inefable gozo que ofrece
el espíritu de entrega, el tender la mano
para dar... siempre dar; es ahora cuando.
COSECHAREMOS
la inconmensurable alegría que produce
el placer de servir.